Como mujer feminista y activista, comparto los valores y principios de los pueblos indígenas. Comparto su sentido de comunalidad, autocuidado y conexión con la naturaleza. Comparto sus sueños y disfruto el constante intercambio que tenemos de saberes, ideas y propuestas. Me considero resultado de las luchas de mis ancestros, de mis padres, de mis abuelas y de mis abuelos, cuyas historias se iniciaron en diferentes territorios, desde el norte hasta el sur, y cuyos caminos se entrelazaron para resultar en mí y en mis luchas cotidianas.

Dentro de Redes A.C. encontré un espacio que me permite hacer valer mis raíces y vivir acorde a mis principios. A través de las experiencias convivo con pluralidades que enriquecen y suman. Como coordinadora de asuntos internacionales estoy en constante búsqueda de espacios para que sueños y pensamientos pluridiversos sean escuchados en foros, cumbres o eventos de incidencia internacional. Estos espacios, que suelen representar poder e influencia y donde la pluralidad es necesaria, en la realidad limitan y se centran en la representación en unos poquísimos cuantos, dejando de lado a los demás.

Las comunidades indígenas, dentro de sus procesos de comunicación y autonomía, se han visto involucradas en el desarrollo de tecnologías de información y comunicación (TIC), lo que las ha puesto, sin haberlo pedido, dentro de la agenda del sector de las telecomunicaciones. Lo que para ellas es un elemento vital de su cosmovisión y un bien común, como es el aire, la perspectiva del Estado lo convierte en espectro radioeléctrico, “un recurso natural, de carácter limitado, de dominio público”, creando un paradigma sobre el mismo concepto.

Es así que nos hemos visto en la necesidad de defender lo que el Estado en ciertos casos quisiera limitar. Nos hemos involucrado en la regulación de las telecomunicaciones, para encontrar sinergias entre las diferentes visiones. Como mujer, no ha sido fácil participar en las conversaciones. El sector de las telecomunicaciones suele ser complicado, poco amigable y excluyente.

La exclusión, dentro de este y otros sectores, parte de lo distinto, de lo plural, de otros saberes, de otras formas de mirar. Al partir de una sola visión o ideología no permite la participación a otras u otros y al estar sostenida por poder, egos y creencias que limitan, termina sosteniendo actitudes machistas y/o racistas.

Como mujer, no ha sido fácil participar en las conversaciones. El sector de las telecomunicaciones suele ser complicado, poco amigable y excluyente.

Asimismo, la tecnología se ha asociado por mucho tiempo con la sociedad del conocimiento, con el dinero, con grandes inversiones y con las élites. Se relaciona con la guerra, el armamentismo, el espionaje y la traición.

Tanto las mujeres como la pluralidad de cuerpos, como son los pueblos indígenas, pueden darle un giro a esta visión cuestionando intereses y zonas de confort del mundo patriarcal, como lo es estar al centro de la toma de decisiones.

Poca pluralidad en el debate sobre la regulación de las telecomunicaciones

La regulación de las telecomunicaciones enfrenta escasez y no me refiero al espectro radioeléctrico. Me refiero a la escasez de pluralidad de voces, la escasez de mujeres involucradas en las discusiones y el poco interés de entender las realidades de los grupos interculturales.

Para contar un poco más sobre las experiencias que me han tocado vivir, quisiera mencionar que, desde que empecé a participar en el sector de telecomunicaciones, pude notar que la presencia de mujeres es muy poca.

El sector se conformó en México a partir de 1951 y no fue sino hasta finales del siglo XX que empezó a discutirse o siquiera cuestionarse la escasa (prácticamente inexistente), representación de mujeres en el mismo. En 2018, la participación fue de sólo 23% de mujeres, lo que demuestra que el sector está dominado por hombres.1

Muchos atribuyen esta situación a la idea de que “son pocas las mujeres con perfiles técnicos”, “los hombres son más racionales” o “los hombres son mejores en esas cosas”. Más bien he aprendido que el sector es poco compatible con la idea de feminidad, no sólo porque la tecnología se asocia a lo masculino y al poder, sino también porque hay un cierto aire de superioridad y condescendencia por parte de los hombres hacia las mujeres en ese ámbito.

Es el tipo de sector donde los hombres suelen tener bastantes opiniones sobre los temas y las mujeres, al tener internalizado, reforzado y respaldado por actitudes machistas que somos inferiores, nos cuesta más trabajo opinar.

Lo más difícil es que, al haber tantos elementos técnicos, es muy fácil caer en la inseguridad y creer “que no sabemos”, lo que hace que nuestras participaciones pasen a un segundo plano y llega a ser más cómodo para muchos hombres. He estado en reuniones o grupos de trabajo donde, al momento de preguntar “¿quién llevará las notas de la reunión?” todos me han volteado a ver a mí e incluso me han dicho “puedes ser tú, eres mujer”.

Al tener internalizado, reforzado y respaldado por actitudes machistas que somos inferiores, nos cuesta más trabajo opinar

Claro que no siempre es así, hay personas maravillosas dentro del área que nos llegan a empoderar, pero sí existen suficientes actitudes como para incomodarnos. Durante mis primeros meses de trabajo en el sector, asistí a la Conferencia Mundial para el Desarrollo de las Telecomunicaciones (CMDT) de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Desde las reuniones preparatorias me sentí incómoda por la falta de mujeres, por las razones que acabo de mencionar, agravado por la supuesta superioridad intelectual de algunos hombres.

Dentro de la conferencia (en espacios de opinión y de toma de decisiones), la representación de mujeres es aún menor. Las cifras muestran que entre 2017 y 2018 únicamente 26% de las y los asistentes a eventos de la UIT fueron mujeres. Las filas estaban repletas de hombres de diferentes partes del mundo, quienes lucían ostentosos trajes y corbatas. Una parte esencial de estas conferencias es que siempre hay lujo. Lujo es igual a poder.

 

Códigos de lujo y apariencia que incomodan

Para mí, dentro de estos eventos, la primera incomodidad es cumplir con el código de vestimenta. No estoy segura quién ideó los atuendos formales, pero puedo decirles que las vestimentas formales para mujeres suelen ser realmente incómodas. Además, la vestimenta debe ser completa y variada: diferentes zapatos, bolsas, joyas. No se te vaya a ocurrir repetir vestido entre los varios y largos días de negociación. La apariencia tiene un papel crucial dentro de las negociaciones y debe tenerse en cuenta dentro de este esquema de poder en todo momento.

Es así, con ropa incómoda, en medio de un ambiente masculinizado al que sientes que no perteneces, donde tienes el objetivo de defender lo que piensas hay que estar pendiente de cada conversación, por dos semanas, alrededor de 13 a 15 horas al día. Ojalá terminara en el ambiente. Además de lo anterior, hay hombres que ignoran por completo tu presencia. Otros, te objetivizan o te coquetean.

A pesar de que somos pocas mujeres dentro del sector, creo que existe una sororidad entre la mayoría de nosotras. Cuando empecé, fueron las mujeres con más experiencia las primeras que me enseñaron a no tener miedo de las conversaciones ni de los tecnicismos.

Muchísimas me han explicado paso por paso, decenas de procesos. Y es que el sector de las telecomunicaciones es bastante más complejo de lo que podría parecer. Por otro lado, es más probable que si le pides ayuda a un hombre, él te deje de tomar en serio a que se solidarice y te explique lo que realmente no entiendes.

Es importante discutir este tema ya que es urgente preguntarnos ¿Por qué?, ¿Por qué el sector de telecomunicaciones es tan cerrado?, ¿Por qué cuesta involucrar a otras y otros?, ¿Por qué las mujeres no nos sentimos cómodas en estos espacios?, ¿Dónde está la pluralidad de voces? ¿Por qué domina el lujo, las apariencias y los egos?, ¿Dónde está la diversidad de opiniones sobre la tecnología?

Como mencioné antes, creo que esto sucede porque hay un gran problema en cuanto a la actual masculinización de la tecnología. La tecnología no es pluridiversa. Responde a ciertos incentivos y a ciertos intereses. La tecnología masculina domina, manipula y somete.

 

La tecnología no es pluridiversa. Responde a ciertos incentivos y a ciertos intereses. La tecnología masculina domina, manipula y somete.

Cuestionemos los espacios de discusión sobre tecnologías

Como mujeres, ¿cómo podemos trabajarlo? En junio pasado hubo un encuentro hackfeminista en Chiapas, iniciativa de la organización Sursiendo. El texto que resultó movió cosas muy profundas dentro de mí. Creo que parte de la respuesta está aquí:

El capitalismo y los enfoques racionalistas que prevalecen en la construcción de la modernidad y el mundo occidental han generado narrativas que conciben las tecnologías como desarticuladas de nuestros cuerpos, como una materialidad al margen de nosotras. La economía política nos muestra su lugar en el flujo del capital y cómo transforma, constituye, deforma y construye nuestros entornos, relaciones y cuerpos.

Para nosotras, la tecnología se apropia y se construye desde la matriz de la afectividad. Queremos repensar la tecnología en relación con nuestras emociones, nuestros afectos, nuestra vida en común, la vida del planeta. Buscamos ser sensibles a los efectos que provocamos en nuestros cuerpos, en los cuerpos de otras, y en la corporeidad de lo que denominamos la naturaleza. Si despolitizar es desafectar las relaciones, nuestro propósito es politizar a través de los afectos y los sentimientos.

Así, proponemos vivir la tecnología como una trama de relaciones tejidas por los sentimientos y los afectos.2

Cada vez somos más. Sigamos cuestionando la tecnología y sus espacios. Sólo así podremos vivir una tecnología pluridiversa, con sentimientos y afectos.

 

Gracias a Blanquita, María, Daniela y Lines por ser inspiración y a Karla P por siempre escuchar mis ideas y hacerme creer que son buenas.

 

 

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