Hablando de mi generación (5º)

15 June 2019

Por Peter Bloom

Tenga en cuenta que esta pieza fue originalmente investigada y escrita en inglés. La versión original tiene muchos enlaces e imágenes que simplemente no existen en español. Por lo tanto, si está interesado en alguno de los materiales de apoyo, consulte la versión original en inglés. Un sincero agradecimiento a Karla Prudencio por haber traducido esta pieza.

Desde hace aproximadamente año y medio, como parte de mis responsabilidades profesionales, he tenido que reflexionar sobre cómo mantener el tema de las redes comunitarias como algo relevante en un entorno de evolución tecnológica y regulatoria. Por lo mismo, he atendido a múltiples conferencias de la industria de telecomunicaciones, he leído mucho y he hablado con personas que trabajan en temas de conectividad desde diferentes contextos, orígenes y enfoques. Un tema recurrente ha sido la transición inminente de la Revolución Industrial 4.0. Transición en la que, supuestamente, vamos a la mitad del camino. Aunque en muchas de las conversaciones no lo nombraban directamente, es claro que todas las personas vislumbraban la posibilidad de grandes cambios en el horizonte.

Esto se hizo mucho más evidente para mí en el “Mobile World Congress” organizado por la GSMA en el 2018, donde estaba sorprendido, preocupado incluso, por el cambio de discurso: en vez de hablar sobre la necesidad de conectar personas, hablaban sobre conectar las cosas. El discurso colonizador de “conectar personas” es problemático en si mismo, pero cuando es suplantado por el discurso de “conectar todo” podemos preocuparnos mucho más. Mi conclusión es que el supuesto de asegurar que todo el mundo tiene el derecho a comunicarse y acceder a información, un objetivo loable, ha sido remplazado por esta nueva motivación de conectar todavía más a los que ya de por sí se encuentran conectados, a través de una gran cantidad de nuevas y mejoradas tecnologías.

El propósito de nuestra industria es conectar a todos y a todo a un mejor futuro”– Mats Granryd, Director General de la GSMA.

A pesar de que estas tecnologías varían mucho y van desde la Inteligencia Artificial y Machine Learning (aprendizaje automático) hasta el multiacceso de computación de última generación (edge Computing), la virtualización y y la segmentación de redes, yo usaré las redes 5G como el principal enfoque de este artículo, dado que la tecnología 5G ha sido posicionada como la infraestructura subyacente de conectividad sobre la cuál muchas de estas tecnologías descansan y a través de la cual personas y cosas interactuaran en el futuro.

El enfoque sobre la infraestructura ha sido central en el trabajo que hacemos como parte de Rhizomatica alrededor de los derechos digitales y de la comunicación. La infraestructura representa un conjunto de cosas diveras, y hablar de la misma incluye tocar temas de tecnología, regulación, economía y sociedad. La infraestructura es el medio por el cuál estas tecnologías realmente toman una forma palpable en nuestras vidas. Mientras que la infraestructura, especialmente la digital, esté diseñada para ser lo más invisible posible, se convierte incluso en más crucial entenderla y participar de la misma desde una perspectiva ciudadana crítica.

Los operadores de las redes, al menos en algunos países ricos, están a punto de desplegar redes 5G. El impulso del 5G está acompañado por un numeroso grupo de intereses, particularmente de los gobiernos, las instituciones financieras y las compañías de telecomunicaciones y requiere una mejor análisis que nos permita entender hacia dónde nos estamos dirigiendo, qué intereses están en juego y las posibles consecuencias de estos cambios. El 5G está siendo posicionado por las grandes empresas de telecomunicaciones como “la gran cosa”- un conjunto de tecnologías que resolverán todos los problemas del mundo (particularmente si vives en un lugar que ya se encuentra bien conectado) y que, afortunadamente, generará mucho dinero para todos.

El 5G mantiene la promesa de aplicaciones con un alto valor social y económico, que llevará a una sociedad hiperconectada en la que el móvil jugará un rol cada vez más importante en las vidas de las personas– Mats Granryd, Director General de GSMA.

Escuchar este mensaje una y otra vez, como si cualquier persona asociada con la industria de telecomunicaciones o su regulación lo repitieran como títeres, me dejó pensando: ¿qué es lo que este, supuestamente, mejor futuro nos depara? y ¿qué tan preocupados u optimistas debemos ser?

Primero, necesitamos entender de dónde viene el 5G. La “G” es de generación, por lo que representa la quinta generación de una serie de tecnologías inalámbricas, móviles o celulares, con las que hemos estado interactuando por los últimos 30 años. A partir del potencial que tienen estas tecnologías en los negocios y de la consolidación de la industria de telecomunicaciones, a pesar del 3GPP, se empezaron a crear especificaciones técnicas cada diez años, por lo que surgieron las generaciones subsecuentes del 2G, 3G, entre otros. Algo llamado IMT-200 son las especificaciones utilizadas para el 3G, el IMT-2010 para 4G y, ahora, es el IMT-2020 para el 5G. IMT-2020 es la culminación de 10 años de desarrollo y cabildeos que más tarde este año se analizará (y muy probablemente se ratificará) en un evento de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) llamado la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones (CMR).

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Me gusta pensar en la CMR como las Olimpiadas del Espectro. Cada tres o cuatro años, representantes de los distintos Estados alrededor del mundo, se juntan a discutir y a modificar las regulaciones de espectro como parte de un proceso avalado por la ONU (a través de la UIT). Durante los años previos a la CMR ocurren reuniones de comité regionales en las cuáles, principalmente los gobiernos y la industria, deciden cómo habilitar nuevas tecnologías a través del espectro radioeléctrico.

Mientras algunas alas de la UIT se han vuelto algo más inclusivas y abiertas a escuchar otras voces, la Radio Bureau (ITU-R), que es la organizadora de la CMR y que decide sobre los tratados internacionales vinculantes, no es particularmente amigable a las aportaciones de la sociedad civil. Sólo el hecho de que es necesario contar con la capacidad para seguirle el paso a todas las reuniones lo hace prohibitivo, pues los costos van mucho más allá del presupuesto de cualquier organización de la Sociedad Civil.

Dados los requerimientos técnicos que tiene este estándar, que discutiré un poco más adelante, una cantidad sin precedentes de espectro se está identificando para redes 5G. La UIT coordina la planeación de espectro globalmente y las decisiones se codifican en cada CMR. En las últimas CMR, 1.2 GHz de espectro se identificó para servicio de IMT-2010 (4G). IMT-2020 (5G) nos presenta un escenario totalmente nuevo con la identificación de 10 GHz adicionales de espectro y con operadores que quieren cada vez bloques más grandes del mismo para proveer servicios. Mucho de este excedente de espectro se encuentra en las bandas de ondas milimétricas, que se encuentran arriba de 24GHz, lo que lo convierte en espectro muy útil para mandar muchos datos en distancias muy cortas. Pero también hay una fuerte pelea que está ocurriendo en bandas más bajas, en donde se enfrentan los operadores satelitales en la Banda C contra la industria móvil.

El resultado es que los que defienden el 5G proponen usar una cantidad sin precedentes de espectro (que, por cierto, es un bien público) exclusivamente para sus servicios. Mientras más espectro sea identificado por la UIT para esta clase de servicios móviles, se dificultará la entrada de otros tipos de tecnologías o modelos de provisión de servicios, usar esas frecuencias y desarrollarse. En muchos países, el espectro para IMT-2020 ya comenzó a ser licitado por grandes sumas de dinero.

El 5G, como una propuesta técnica, está pensado para hacer tres cosas. La primera es aumentar la capacidad existente de la banda ancha móvil (por ejemplo, para poder tener realidad virtual en el teléfono), en segundo lugar, conectar muchos más dispositivos y, por último, aumentar la confiabilidad y disminuir la latencia de las redes (por ejemplo, para poder realizar cirugías remotas)

Mejorar la banda móvil es bastante simple de entender y ofrece la posibilidad de hacer cosas como jugar en realidad virtual en tu teléfono, cosa que requiere bajar constantemente grandes cantidades de datos muy velozmente. El objetivo es lograr 1 Gigabit por segundo en tu celular o incluso mejor. Para ponerlo en perspectiva, en la actualidad, la mejor red 4G alcanza aproximadamente 45 Mbps, es decir, ni siquiera el 5% de la meta fijada para 5G. El siguiente aspecto es la posibilidad de conectar más equipos, con el objetivo de conectar alrededor de 1 millón de aparatos por cada kilómetro cuadrado, comparado con la capacidad de 2000 equipos por kilometro cuadrada posible con los servicios 4G. Para darle un poco de perspectiva a estos números, Manila es la ciudad con mayor densidad poblacional, con 43 mil personas por cada kilómetro cuadrado. Una red 5G podría conectar 23 aparatos por persona por cada kilómetro cuadrado. Finalmente, los diseñadores del 5G vienen con una gran iniciativa: ultra confiabilidad y latencia baja, con el fin de tener redes capaces de soportar “aplicaciones críticas” (misson-critical applications) como los son las redes inteligentes, la cirugía remota, las tecnologías con respuestas hápticas o táctiles y carros autónomos (es decir, que se manejan sólos). En términos simples, todos los paquetes de datos tienen que llegar a su destino y extremadamente rápido (en un milisegundo).

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A partir de estas 3 ambiciosas propuestas técnicas para el 5G, resulta claro que la tecnología está siendo posicionada como una plataforma para industrias y consumidores semejantes – o como en la jerga de la industria móvil se le llama: mercados de integración vertical. Las redes 5G se convertirán en las comunicaciones subyacentes y apoyar la infraestructura para estos mercados verticales, que son reinos de negocio completos en sí mismos. Además, aparentemente, ninguna industria será ignorada o se quedará sin la posibilidad de “ser inteligente”. En una conferencia reciente a la que asistí, estaba sorprendido (tal vez horrorizado es una mejor manera de decirlo) de aprender que hay estándares de comunicaciones llamados: V2X o vehicle-to-everything (vehículo-a-todo), compuesto de cosas como V2P vehicle-to-pedestrian (vehículo-a-peatón), V2I o vehicle-to-(roadway)-Infrastructure (vehículo-a-infraestructura), y V2N o vehicle-to-network (vehículo-a-red).

Cuando pienso en la comunicación vehículo-a-peatón me hace pensar en qué pasará cuando el peatón no se encuentre conectado a la red a través de algún dispositivo. ¿Podrán ser atropellados por un coche autónomo que no sea capaz de percibirlo?, ¿esa persona tendrá que esperar indefinidamente en una esquina a que la luz verde se ponga porque el cruce inteligente no será capaz de detectar que hay alguien ahí?

V2X, sólo como ejemplo, plantea cuestiones fundamentales sobre cómo nos movemos en el espacio público, y las respuestas a estas preguntas están siendo dictadas por ingenieros y abogados, en comités técnicos, cuyos jefes tienen un gran interés en ver determinada tecnología prosperar. Este argumento es parecido a la situación de cómo el discurso público y el acceso a la información está moldeado, a menudo con consecuencias realmente graves, por algoritmos programados por y en beneficio de personas que se encuentran en el poder.

Con el surgimiento de la Revolución Industrial 4.0. estamos enfrentando la idea de que la máxima “el código es ley” está impactando la manera en la que experimentamos y vivimos el mundo físico, mucho más de lo que muchos de nosotros probablemente querríamos. Como Lessig, quien acuño la frase, señala, el código como la ley es “una arquitectura -no sólo un texto legal, sino un modo de vida- que estructura y constriñe el poder social y legal.” Cuando el libro fue publicado, a finales de los años 1990, la cuestión que planteaba era cómo proteger la propiedad intelectual cuando el Internet y las computadoras permitían, esencialmente, copiar y distribuir los textos de manera gratuita. Lo que estamos enfrentando cada vez con mayor frecuencia, y el 5G está pensado para lograr que suceda, es la penetración de una nueva y “más inteligente” generación de aquellas computadoras e Internet en cada aspecto de nuestras vidas físicas. El surgimiento de los llamados sistemas ciber-físicos.

Con el 5G, las redes se transformarán en plataformas de orquestación inteligentes.”

Cómo discutimos anteriormente, el 5G propone conectar muchos más equipos, de los cuáles no todos serán teléfonos y computadoras, sino también sensores, vehículos terrestres, equipo industrial, implantes médicos, drones, y cámaras, entre otros. Para aquellos preocupados por la capacidad de vigilancia y las cuestiones de privacidad relacionadas con las redes actuales y las plataformas de internet, prepárense porque no han visto nada todavía. El propósito fundamental subyacente de la Revolución Industrial 4.0 es que las redes 5G logren que se conecte todo con todo lo demás, mientras se consigue que más cosas (incluyendo nuestros cuerpos) sean cada vez más conectables.

Si la manera actual en la que se están manejando nuestros datos representa algún tipo de indicador de cómo se hará en un futuro, está fusión del mundo físico con el mundo cibernético será un desastre para la privacidad y el anonimato. Además, es increíblemente vulnerable para la manipulación y el hackeo, como ya está pasando con las botnets como Mirai que infectan a los equipos tipo Internet de las cosas. Así que, anque la Cuarta Revolución Industrial no se trata solamente de redes 5G, es casi imposible imaginarla sin esta infraestructura. Es también, por lo menos desde mi análisis, difícil de imaginar que esta revolución no nos lleve a un lugar oscuro.

Una de las principales conclusiones que saqué cuando asistí al Mobile World Congress, y en subsecuentes reuniones de la industria de telecomunicaciones, fue que los fabricantes de los microprocesadores y chips de banda base están estableciendo y formando la agenda. Yo tenía la ingenua idea de que eran los operadores de redes, pero no. Resulta un poco perverso pensar en que, si tu negocio es construir procesadores y bandas base de silicona, tiene todo el sentido intentar que el mayor número de cosas posibles tengan estos chips.

El mercado de chips 5G esta proyectado para ser aproximadamente $22.41 billones de dólares en 2026, registrando una TCAC (Tasa de Crecimiento Anual Compuesto) de 49.2% del valor aproximado de $2.03 billones de dólares para el 2020”

La mayoría de los 20 mil millones de dispositivos que, supuestamente, todos adquiriremos en el 2020, son cosas que antes no se conectaban. Piensa en tu tostador, horno, refrigerador y lavadora, todos conectados, que formarán parte de tu casa inteligente. Tu coche también estará conectadoa a la red. Si tienes un problema del corazón, tu marcapasos también. Y así sucesivamente. Los fabricantes de estos chips son compañías como Qualcomm, Intel, Broadcom y Samsung. Son compañías enormes y saben hacer gala de su autoridad. El punto es que, cuando se lo proponen, son capaces de generar grandes cambios para su propio beneficio económico. En el Mobile World Congress había mucho revuelo alrededor del 5G porque crea más negocios para toda la cadena de suministro, pero en la cúspide de esta cadena los depredadores del ápice son los que manufacturan los chips.

Para que sean capaces de lograr lo que quieren, los fabricantes de chips han tenido que convencer a todo el mundo en la industria que este negocio es una buena idea. Fue interesante ver en el Mobile World Congress cómo los operadores de red, sutilmente, frenaban el despliegue de 5G porque la mayoría se encuentran desarrollando y pagando la deuda relacionada con los servicios 4G o, en su caso, porque no se pueden imaginar cómo el 5G puede generar el suficiente dinero que justifique la inversión. Pero, dado que la industria de telecomunicaciones funciona bajo el esquema de “mando y control”, los operadores de red tenían que seguir en la misma línea que, de acuerdo a lo que fui capaz de observar, estaba trazada principalmente por los manufactureros de silicona y vendedores de equipo de red, como lo son Huawei y Ericsson.

Lo que me sorprende de este acuerdo es cuan despótico, o quizá incluso banal, es. Nosotros, como sociedad, ¿estamos destinados a transformar fundamentalmente la manera en la que hacemos las cosas con el fin de facilitarle las metas de ventas a empresas que crean pequeños procesadores? Esta es la razón por la cual me angustia tanto escuchar sobre el estándar de vehículo-a-peatón. Si simplemente quiero caminar en el espacio público a salvo ¿cuán real es mi opción de no participar en la red?

Lo que queda por verse es quién construirá y pagará para que estas redes se construyan y si los operadores tradicionales de telecomunicaciones serán los dueños y operadores de las mismas. El costo estimado para el desarrollo de una red 5G y la inversión asociada en tecnología y espectro es, de acuerdo con algunos cálculos, de: ¡$2.7 trillones de dólares! El problema es que no es claro si esto es realmente una inversión inteligente, dado que cuesta mucho dinero desarrollar clusters de microceldas 5G en áreas urbanas y los ingresos incrementales relacionadas con servicios nuevos como el Internet de las Cosas no son tan altos.

Gastar en el despliegue de 5G es sólo la cresta de la ola. Este proyecto se trata realmente de financiar el crecimiento del Internet de la Cosas y la conexión industrial para eso (…). En la industria automovilística, por ejemplo, el 5G será importante para rastrear los componentes a través de la cadena de producción y dentro del proceso de manufacturación, para terminar con un producto final que tenga una conectividad más allá de lo que hemos visto hasta ahora.” – Tony Wonfor, Greensill Director Ejecutivo y Especialista en Finanzas de las Telecomunicaciones.

Más allá del mercado de los chips y de los operadores, las redes 5G permitirán nuevos jugadores en el mercado de recolección y venta de datos. Aunque parece improbable, ¿serán ellos los que pagarán?

Mientras que el valor por bit del Internet de las Cosas es más bien bajo, el valor generado por orquestación holística y el análisis de datos masivos es enorme. Por ejemplo, General Motors estima que pueden generar ganancias de 725 por carro por concepto de datos telemáticos”.

Desde que las grandes plataformas, como Google y Facebook, han comenzado a comprobar el éxito de este modelo de negocios, es probable que las compañías que te vendan dispositivos inteligentes vayan también ha recolectar y monetizar los datos que generan, si no es que ya lo están haciendo en la actualidad. Entre más dispositivos estén conectados, más información personal sobre nosotros será generada y esa información será recolectada por los mismos de siempre, pero también por un montón de nuevas compañías que no tienen la menor idea de cómo manejar tu información de manera segura y que la venderán a cualquier persona dispuesta a pagar por ella.

Además, el tipo de información que será recolectada será mucho más personal. Sólo hay que mirar las opciones de copa menstrual inteligente que se encuentra en línea para entender mi punto. Este rídiculo producto es anterior a las redes 5G, pero la tendencia es que esta nueva red permita que existan cada vez más de este tipo de productos en el mercado. La adición del chip en tu dispositivo personal hace que la recolección de datos sea cada vez más sutil, precisa y sin “fricciones” o molestias. De esta manera, al venderte un dispositivo inteligente también podré hacer dinero con los datos que recolecte del mismo. Tal vez, la agregación en la red de los dispositivos personales provea de algún beneficio marginal al consumidor, pero los grandes ganadores serán aquellos que recolecten, agrupen, analicen y vendan los datos que se producen. Desafortunadamente, entre más sepan de nosotros, somos más vulnerables a la manipulación personal y colectiva.

Otro gran ganador en este ecosistema será la vigilancia estatal. Los titulares sobre el 5G, en la actualidad, están enfocados en la batalla en el occidente por bloquear Huawei, una compañía China cercana al Estado que se ha convertido en el mayor vendedor de equipos de red. El argumentos es que si Huawei vende la infraestructura subyacente para el 5G, el gobierno Chino ganará una inmensa capacidad para espiar. Mientras que esto puede ser cierto, dado que China tiene un terrible historial de no respetar la privacidad y una disposición a involucrarse en ciber sabotajes, la realidad es que los gobiernos de occidente no son una mucho mejor opción. Es bien sabido y representa un lugar común el espionaje al mayoreo que hacen los estados de la vida diaria de las personas. Las redes 5G y el hecho de que muchos más aparatos serán conectados y tendrán acceso a información personal, ocasionará que, sin duda, el escenario empeore. En adición a lo anterior, es importante mencionar que el alcance y potencial de los ciber ataques a la infraestructura crítica conectada es abrumador, como lo mencionamos anteriormente.

Entre más conectados estamos, y 5G nos conectará mucho más de lo que hemos estado hasta ahora, más vulnerables somos”- General Robert Spalding Brigadista Retirado de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

Lo que esta claro es que, gracias a las redes 5G y a los datos que recolecten, mucho dinero cambiará de manos. Más allá de la economía digital o de datos, también están en juego cuestiones de economía “clásica”. El principal conflicto es que estas redes aumentarán la automatización y, por lo tanto, eliminaran la necesidad de trabajo (o por lo menos la transformarán bastante). Por ejemplo, Uber y Lyft, dos empresas de transporte que dependen de las tecnologías móviles y la Inteligencia Artificial, pueden darse el lujo de perder grandes sumas de dinero porque están proporcionando un servicio bastante útil en el capitalismo con el cuál están entrenando su sistema de Inteligencia Artificial con tal cantidad de datos que, eventualmente, serán capaces de eliminar todos los choferes humanos.

De nuevo, este nuevo mundo no puede formarse sin la infraestructura de red subyacente para habilitarlo, como Lyft claramente lo declara en sus expedientes públicos con la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos. En adición a lo anterior, la importancia de desarrollar su negocio para llegar a los vehículos autónomos como parte principal del mismo, también se encuentra en esos documentos:

Dentro de 10 años, nuestro objetivo es desplegar una red de escala de bajo costo de vehículos autónomos que sea capaz de realizar la mayor parte de los viajes en la plataforma de Lyft. En 15 años, tenemos como objetivo desarrollar vehículos autónomos construidos con el propósito de encontrar un amplio rango de escenarios de transportación y compartición de viajes, incluidos recorridos cortos y largos, viajes compartidos y otros servicios. (…) Si somos incapaces de desarrollar eficientemente nuestras tecnologías para vehículos autónomos o desarrollar alianzas con otras compañías para ofrecer en tiempo y forma estas tecnologías en nuestra plataforma, las condiciones financieras de nuestro negocio y los resultados de operación pueden verse fuertemente afectados”.

Como nuestro gran amigo Karl Marx nos explicó, la plusvalía es igual al nuevo valor creado en exceso del costo del trabajo de los obreros, lo que los capitalistas se apropian como ganancia cuando el producto se vende. Una vez que lo has desarrollado, cosa que tengo que admitir no resulta barata, tu no tendrás que pagar a los robots de inteligencia artificial para manejar tus coches, así que puedes obtener muchas más ganancias.

Para intentar contrarrestar los puntos de vista pesimistas, han utilizado como argumento que esta nueva forma de hiperconectividad creará una nueva Internet de “Habilidades”: “como habilitador de un nuevo set de habilidades remotas que democratizará el trabajo globalmente, de la misma manera que el Internet democratiza el conocimiento”. Este argumento me recuerda lo que nos prometió la globalización neoliberal en los 1990. De hecho, de cierta manera es peor, dado que estas habilidades que sucederán remotamente, haciendo posible que las personas trabajen en un régimen laboral específico, producirán valor en otro lugar. Esto obviamente pasa todo el tiempo con las maquilas y otras industrias de outsourcing, pero este nuevo acuerdo hará posible el outsourcing de más tipos de trabajo, primero a la gente pobre de países pobres, después a los robots y computadoras, eliminando la necesidad de tener trabajadores humanos.

Entonces ¿qué podría parar o mitigar esto que viene? Tal vez todo este revuelo está ocurriendo alrededor de cosas que la gente realmente no quiere. Como sabemos, nuestro sistema actual es bastante bueno convenciéndonos de que queremos cosas que ni siquiera sabíamos que queríamos. Sin embargo, tal vez en algún momento llegaremos a un punto en el que, como sociedad y como consumidores, simplemente no veamos valor en ello y descubramos que, en realidad, hacen al mundo un lugar peor. Seamos o no exitosos en este nivel, es claro que los gobiernos y la industria están trabajando juntos para asegurarse de que la infraestructura de la Revolución Industrial 4.0 exista, nos guste o no. Un claro ejemplo es la reciente regla que emitió la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC por sus siglas en inglés) limitando lo que las autoridades locales pueden cobrar a las compañías de telecomunicaciones por instalar sitios celulares para redes inalámbricas de 5G, o limitando, incluso la posibilidad de negarse a que estas redes se instalen.

Como mencionamos anteriormente, el surgimiento de estos sistemas ciber-físicos, respaldado por la expansión de las redes 5G, representa retos profundos, tanto personales como colectivos. Mientras estas tecnologías de red se incorporen cada vez más en nuestras vidas, aquellas personas que son tradicionalmente oprimidas sufrirán mayormente las consecuencias negativas. Este artículo ha hablado sobre vigilancia y precariedad laboral como dos importantes consecuencias, pero la realidad es que hay otras que sucederán y que no somos ni capaces de imaginar. En un nivel fundamental, las tecnologías propuestas e implementadas están diseñadas para crear un cada vez más estrecho loop o bucle de información. Los dispositivos de red recolectarán cada vez más información intima y, mientras lo hacen, crearán enormes bancos de datos que facilitarán el análisis predictivo y, eventualmente, la automatización, que recaerá, a su vez, en la existencia misma de la red.

Aunque la fuerza material permanecerá esencialmente en el poder geopolítico y estatal, los actores más poderosos del futuro se basarán en las redes, relaciones e información para competir y cooperar”.

Todo esto, en mi opinión, radica en el control. Y este incremento en el control de los Estados y las corporaciones sucede en la época perfecta (para ellos). Mientras que los nuevos modelos de negocios han sido creados por las tecnologías de red, la mayoría de los mismos han sido exitosos directamente a costa de sus trabajadores. Esto en un contexto de cambio climático en un planeta que ha sido dañado y transformado por los seres humanos. Tal vez estoy yendo demasiado lejos aquí, pero el punto es que la posibilidad que tienen las personas de llevar una vida digna se está disminuyendo por la desigualdad económica y el calentamiento global. Esto ya empezó y continuará llevandonos a inquietudes y malestares sociales. Pero al final del día, tanto las coorporaciones como los Estados reconocen que tienen que aumentar su capacidad para controlar a una población cada vez más desesperada.

Pero no todo esta perdido. Los trabajadores que participan en este tipo de economía “esporádica” (gig economy) e incluso aquellos que están trabajando para grandes compañías de Internet están haciendo esfuerzos para frenarlos. Las minorías étnicas y raciales también. Esto son, por supuesto, buenas noticias. Organizarnos es la única manera que tenemos de mitigar el efecto negativo de lo que viene. No es una solución tecnológica la que se propone aquí. Podemos intentar esquivar y encriptar, y podemos elegir estar completamente desconectados de estas innovaciones, pero estas redes se van a instalar eventualmente y necesitamos crear una estrategia más coherente y colaborativa sobre lo que vamos a hacer en este escenario. Las personas en las primeras filas de combate, esas personas que ya se encuentran sufriendo la carga negativa de estos sistemas y organizándose para pararlos, deben de guiarnos a la luz.